Los dioses del Olimpo están entre nosotros. Aunque ahora no los adoramos ni les pedimos favores como en Grecia y Roma, los dioses de la mitología grecorromana no han muerto.

Están inmersos dentro de las historias de los culebrones televisivos, desde Juego de Tronos a Nissaga de poder, y en la base de los guiones de las grandes superproducciones cinematográficas como Star Wars, Matrix y en los filmes de Disney, y en las largas sagas de los superhéroes de Marvel.

José de Ribera, Ticio, 1632. © Museo Nacional del Prado.

Permanecen intactas dentro de las páginas de Shakespeare. Han dado nombre a comportamientos como el narcisismo gracias a Narciso, hijo de un dios y una ninfa, que se enamoró de sí mismo y lo pagó caro cayendo al río de tanto contemplarse y convirtiéndose en una flor de corta vida. Y, sobre todo, dioses, semidioses, héroes, ninfas y musas habitan dentro de las obras de arte.

Primero el arte servía para la representación de los dioses mientras el paganismo fue vigente. Después las historias mitológicas sirvieron a los artistas cristianos para escapar de los temas bíblicos y de santos y poder hablar con más libertad y expresividad sobre las pasiones humanas y sobre todo para tener la excusa perfecta para pintar y esculpir cuerpos desnudos, escenas eróticas y momentos de violencia y metamorfosis más allá de los textos bíblicos y de los martirios de los santos.

Jan Cossiers, Narciso, 1636-38. © Museo Nacional del Prado.

El arte que ha representado escenas mitológicas tiene un alto contenido narrativo porque estos dioses eran tan esclavos de las pasiones humanas como los mismos mortales. Eran historias para explicar el funcionamiento del mundo, pero también para entendernos a nosotros mismos. Descubrir algunas de estas fascinantes narraciones a través del arte es el objetivo principal de la exposición Arte y mito. Los dioses del Prado, que se puede ver en CaixaForum Barcelona. Se trata de una versión ampliada de la exposición que ya se ha visto anteriormente en otras ciudades del Estado, gracias al acuerdo de ya hace una década que la Fundación La Caixa tiene con la pinacoteca madrileña.

Rubens, El rapto de Europa, 1628-1629. © Museo Nacional del Prado.

Esta no es, sin embargo, una exposición centrada sólo en exponer obras maestras del Prado. Quien busque esta intención en la muestra podría decepcionarse un poco. Es una exposición sobre cómo el arte explica las fabulosas historias mitológicas. Con la misma intención se ha concebido el catálogo de la muestra. Y tampoco es casualidad que la exposición haya sido concebida por Fernando Pérez Suescun, jefe de contenidos didácticos del Prado. El objetivo es contar una historia de las historias mitológicas que han perdurado a lo largo de los siglos y cómo 64 obras del Prado las han representado.

Jean-Baptiste-Marie Pierre, Diana y Calisto, 1745-1749. © Museo Nacional del Prado.

Pero no es que la exposición no incluya momentos estelares desde el punto de vista artístico. Encontraremos obras maestras indiscutibles como la espléndida copia que Peter Paul Rubens hizo de El rapto de Europa (1628-1629), de Tiziano. Este Rubens se suele exponer en el Prado junto a Las hilanderas de Velázquez, ya que el sevillano pintó un tapiz al fondo donde aparece esta escena.

Francisco Collantes, L’incendi de Troia, segle XVII. © Museo Nacional del Prado.

También hay que destacar los dos majestuosos e inmensos óleos que José de Ribera pintó en 1632 para el Palacio del Buen Retiro de Madrid y que representan dos de las llamadas Furias, es decir de las venganzas que los dioses infligían a los que no obedecían sus órdenes o caprichos. Aquí Ribera tuvo la excusa perfecta para pintar cuerpos masculinos desnudos retorcidos de dolor. A Ticio, encadenado, una ave rapaz le devora el hígado por intentar violar a una amante de Zeus, su padre; y Ixión, un mortal a quien Zeus había concedido la inmortalidad, está encadenado a una gran rueda que gira eternamente por -¡ay, de él! – haber traicionado su confianza y intentado seducir a Hera.

Vemos mucha violencia en esta muestra ya que los dioses no perdonaban nunca, pero también encontramos sexo a raudales.

Vemos mucha violencia en esta muestra ya que los dioses no perdonaban nunca, pero también encontramos sexo a raudales. El deseo era una fuerza motora fundamental en el Olimpo, pero el consentimiento a menudo solía brillar por su ausencia. Los “raptos” que vemos son de hecho actos con fuerza y violaciones. Las seducciones utilizan a menudo el engaño: Zeus toma la forma de su hija Artemisa-Diana para tener relaciones con la ninfa Calisto que nunca antes había mostrado interés por ningún varón. En el siglo XVIII el pintor Jean-Baptiste Marie Pierre ilustra la escena con la sensualidad típica del rococó. En una tela gemela del mismo pintor, Zeus va de sátiro con la intención de seducir a Antíope.

Taller neoático, Éxtasis dionisíaco, 50-40 aC. © Museo Nacional del Prado.

Y evidentemente el amor, en este caso sin forzamientos ni engaños aparentes, aparece en la exposición personificado en el dios Eros-Cupido. Lo vemos representado en una obra de Guido Reni, alegoría del amor conyugal porque parece que ha decidido dejar de disparar flechas, y en una de Guercino, que simboliza el amor desinteresado porque tira al suelo las monedas de oro.

Este paseo por la mitología se inicia con un busto romano de Homero, el escritor griego más antiguo conocido, el autor que en cierto modo comienza a sistematizar todo este batiburrillo de narraciones, sobre todo con la Odisea y la Ilíada. Hay otras obras antiguas en la muestra muy destacables como la Musa pensativa, también romana, del 50-90 d.C, o el relieve de mármol Éxtasis dionisíaco, de taller neoático, del 50-40 a.C. El paseo termina con uno de los culebrones más monumentales y completos de la mitología grecorromana: la guerra de Troya, que ha inspirado a numerosos artistas para realizar obras tan detallistas como El incendio de Troya, del artista del siglo XVII Francisco Collantes.

La exposición Arte y mito. Los dioses del Prado se puede ver en CaixaForum Barcelona hasta el 14 de marzo.

The gods of Olympus are among us. Although we no longer worship them or ask them for favours, like in Greece and Rome, the Greco-Roman gods are by no means dead.

They appear in the television melodramas from Game of Thrones to Nissaga de poder; and at the heart of the scripts of the movie megaproductions like Star Wars, Matrix and the Disney films, as well as the long sagas of the Marvel superheroes.

José de Ribera, Tityos, 1632. © Museo Nacional del Prado.

They remain intact in the scenes of Shakespeare. They have lent their names to behaviours such as narcissism thanks to Narcissus, son of a god and a nymph who fell in love with himself and paid for his folly by falling into the river in which he so admired himself and turning into a short-lived flower. And especially in the gods, demi-gods, heroes, nymphs and muses which love on in works of art.

First of all art served to represent the gods during pagan times. Afterwards the mythological stories gave Christian artists the opportunity to escape biblical and saintly themes and talk more about freedom and expression of human passions; and above all it was the perfect excuse to paint and sculpt nudes, erotic scenes and moments of violence and metamorphosis beyond the biblical texts and the martyrdom of the saints.

Jan Cossiers, Narcissus, 1636-38. © Museo Nacional del Prado.

Art that has represented mythological scenes has a high narrative content because these gods were as enslaved to human passions as the mortals themselves. They were stories about how the world worked but also how we understand ourselves. Discovering these fascinating narratives through art is the main objective of the exhibition Art and Myth. The gods of the Prado, which can be seen at CaixaForum Barcelona. This is an expanded version of the exhibition held previously in other cities in Spain, thanks to an agreement made a decade ago between the “la Caixa” Foundation and the Prado Museum.

Rubens, The Rape of Europa, 1628-1629. © Museo Nacional del Prado.

However, it is not an exhibition centred exclusively on some of the masterpieces from the Prado. Anyone looking for that might end up a wee bit disappointed. It is an exhibition about how art tells these fabulous mythological stories. The catalogue has been designed with the same intention. And the fact that the show was conceived by Fernando Pérez Suescun, head of teaching content at the Prado, is no coincidence either. The aim is to tell the story of the mythological tales that have survived for centuries, and how the 64 works from the Prado have represented them.

Jean-Baptiste-Marie Pierre, Diana and Callisto, 1745-1749. © Museo Nacional del Prado.

That is not to say that the exhibition does not include some star moments from an artistic point of view. You can see undeniable masterpieces such as Peter Paul Rubens’ splendid copy of the Rape of Europa (1628-1629), by Titian. This Rubens is generally exhibited in the Prado beside Las Hilanderas (The Spinners) by Velázquez, as in the background of the latter painting the Rape scene appears as one of the completed tapestries.

Francisco Collantes, The Burning of Troy, 17th Century. © Museo Nacional del Prado.

Then there are the two majestic and immense oils painted by José de Ribera in 1632 for the Buen Retiro Palace in Madrid, representing two of the so-called Furies, or the revenge wielded by the gods on those who disobeyed their orders or whims. Here, Ribera had the perfect excuse to paint nude males twisted in pain. Tityos, enchained, had his liver devoured by a bird of prey for having tried to rape one of his father, Zeus’s, lovers. And the woebegotten Ixion, a mortal granted immortality by Zeus, is chained to a great wheel continually turning for breaching his trust and trying to seduce Hera.

There is blood and guts and violence in this show because the gods never forgive, but there is also loads of sex.

There is blood and guts and violence in this show because the gods never forgive, but there is also loads of sex. Desire was one of the basic drives in Olympus, but consent was often conspicuous by its absence. The “rapes” that you can see are violent and abusive acts. The seductions are often cloaked in deceit: Zeus takes the form of his daughter Artemis-Diana to have sex with Calisto, who had never shown any interest in men. In the eighteenth century the painter Jean-Baptiste Marie Pierre illustrated the scene with typical rococo sensuality. In a twin canvas Pierre represents Zeus disguised as a satyr to seduce Antiope.

Neo-Attic Workshop, Dionysian Dance, 50-40 BCE. © Museo Nacional del Prado.

And obviously love, in this case without the use of force or deceit, appears in the exhibition personified in Eros-Cupid. We see him in a work by Guido Reni in an allegory of married love having decided to stop firing his arrows, and in another by Guercino, which symbolises disinterested love as he tosses golden coins to the ground.

This journey through mythology begins with a Roman bust of Homer, the best-known ancient Greek writer and the author who, in a way, began to systematise all this mishmash of narrations, especially with his Odyssey and Iliad. There are other highly remarkable ancient works in the show such as the Pensive Muse sculpture, also Roman, from 50-90 CE, and the marble relief Dionysian Dance, from the Neo-Attic workshop, from 50-40 BCE. The journey ends with one of the most monumental and tales in Greco-Roman mythology: the Trojan War, which has inspired numerous artists to make such detailed works as L’incendi de Troia (The Burning of Troy), by seventeenth century artists Francisco Collantes.

The exhibition Art and Myth. The gods of the Prado can be seen at CaixaForum Barcelona until 14 March.